
El psicoanalista francés Jacques Lacan redactó un texto brillante sobre la práctica psicoanalítica que sigue siendo revolucionario hoy. El artículo «La dirección de la cura y los principios de su poder» forma parte de la recopilación de los Escritos de Lacan, publicados por la editorial Siglo XXI. Lacan lo leyó en el Congreso de Royaumont en 1958. Este evento fue una conferencia relevante en el campo del psicoanálisis, y el texto de Lacan representó una gran contribución a los debates y discusiones que tuvieron lugar en ese contexto. El Congreso de Royaumont fue un foro donde se discutieron diversas perspectivas y enfoques dentro del psicoanálisis; Lacan intervino con una crítica a ciertas tendencias dentro de la práctica psicoanalítica de la época.
Vamos a ver las ideas principales sin el lenguaje críptico que tanto asusta a quienes se acercan por primera vez a los textos del psicoanalista francés.
Apuntes sobre la dirección de la cura según Lacan
¿Alguna vez te has preguntado qué sucede realmente en un psicoanálisis? ¿Cómo debería actuar un psicoanalista y qué principios guían su práctica? Vamos a acercarnos a las ideas principales.
El analista no es un consejero
Lacan comienza su texto con una crítica mordaz a cierta manera de entender el psicoanálisis que estaba ganando popularidad en su época. Dice: «acabo de escribir una mala palabra. Es ligera para aquellos a quienes apunta, siendo así que hoy ni siquiera se guardan las formas para confesar que bajo el nombre de psicoanálisis muchos se dedican a una reeducación emocional del paciente».
¿Qué quiere decir con esto? Lacan está criticando a los analistas que ven su trabajo como una especie de entrenamiento emocional, como si fueran coaches que ayudan al paciente a «adaptarse mejor» a la realidad. Para Lacan, esto es una desviación del verdadero psicoanálisis. El analista dirige la cura, no la vida del paciente/analizante. No juzga, no ofrece opiniones personales ni habla de su propio recorrido, ni de sus experiencias. En realidad el analista debe entenderse como una función.
Los tres «pagos» del analista
Uno de los pasajes más citados del texto nos dice que el analista debe «pagar»:
- «Pagar con palabras sin duda, si la transmutación que sufren por la operación analítica las eleva a su efecto de interpretación.»
- «Pagar con su persona, en cuanto que, diga lo que diga, la presta como soporte a los fenómenos singulares que el análisis ha descubierto en la transferencia.»
- «Pagar con lo que hay de esencial en su juicio más íntimo.»
Con esto quiere decir que el analista debe comprometerse de tres maneras: una de ellas con sus interpretaciones, no simples comentarios sino intervenciones precisas; otra es con su presencia, que actúa de pantalla para la transferencia, es decir, que su paciente pueda verse él y no tanto ver a la persona del analista; la tercera es comprometerse con su propio ser, poniendo en juego su subjetividad.
El deseo no es la necesidad ni la demanda
Una de las contribuciones más importantes de Lacan es su distinción entre necesidad, demanda y deseo. Nos dice: «El deseo se produce en el más allá de la demanda por el hecho de que al articular la vida del sujeto a sus condiciones, poda en ellas la necesidad».
Imaginemos esto así: tienes hambre (necesidad), pides comida (demanda), pero lo que realmente está en juego es algo más: quizás el amor de quien te alimenta, el reconocimiento, etc. (deseo). El psicoanálisis trabaja con ese «más allá» de la demanda explícita. (Si quieres saber más, te invito a visitar mi consulta de psicoanálisis en Barcelona)
La interpretación
Lacan es muy crítico con las interpretaciones simplistas. Nos dice que la interpretación «no es que se pueda hacer cualquiera», y que debe apuntar al deseo inconsciente del sujeto. No se trata de «explicarle» al paciente lo que le pasa, sino de permitir que descubra su propio deseo.
Un ejemplo que da Lacan es con el famoso caso de Freud de la bella carnicera, una de sus pacientes que soñaba que no podía dar una cena porque le faltaba el salmón ahumado. La interpretación superficial podría quedarse al nivel de «te gusta el salmón» o «tienes hambre». Pero Lacan muestra cómo con este sueño Freud reveló toda una estructura de deseo relacionada con la insatisfacción histérica.
¿Qué significa «dirigir la cura»?
Como hemos dicho anteriormente, contrariamente a lo que podría pensarse, dirigir la cura no significa dirigir al paciente. Dice Lacan: «El psicoanalista sin duda dirige la cura. El primer principio de esta cura, el que le deletrean en primer lugar, y que vuelve a encontrar en todas partes en su formación hasta el punto de que se impregna en él, es que no debe dirigir al paciente».
Es una distinción sutil pero crucial: el analista dirige el proceso, pero no le dice al paciente qué hacer con su vida. No da consejos, no impone valores, no decide por el paciente.
Para concluir
El texto de Lacan sigue siendo relevante hoy, quizás más que nunca, en una época donde proliferan las terapias rápidas y las soluciones instantáneas. Nos recuerda que el psicoanálisis es un proceso complejo que trabaja con lo más profundo del ser humano: su deseo inconsciente.
Como dice hacia el final del texto: «Puesto que se trata de captar el deseo, y puesto que sólo puede captárselo en la letra […] ¿cómo no exigir al pajarero que sea en primer lugar un letrado?».
El psicoanálisis no es una técnica de adaptación ni un manual de autoayuda. Es una práctica que requiere formación rigurosa, ética estricta y un compromiso profundo con la verdad del deseo humano.