A veces me preguntan si soy psicóloga. La respuesta es no.
No lo soy, y no me lo planteo como una carencia. Al contrario: es una elección coherente con la práctica que sostengo. Soy psicoanalista, y eso implica una formación, una posición y un modo de escucha que no se confunden con el marco psicológico.
Es cierto que hay psicólogos que también son psicoanalistas. Pero ser psicólogo no garantiza saber escuchar desde el psicoanálisis. Como tampoco ser médico garantiza saber operar el inconsciente. Son saberes diferentes. Con lógicas diferentes.
La psicología —en cualquiera de sus ramas— se apoya en la evaluación, en el diagnóstico, en la adaptación del sujeto al entorno o a una idea de normalidad. El psicoanálisis, en cambio, no pretende adaptar, ni calmar, ni corregir. Su orientación es otra: hacer posible que un sujeto hable desde su verdad, aunque esa verdad sea contradictoria, extraña, incluso insoportable.
El psicoanálisis no trabaja con síntomas como “déficits”, ni se sirve de herramientas conductuales ni de protocolos de intervención. Escucha lo que en el síntoma habla del sujeto. No aplica técnicas. No ofrece soluciones. No da consejos. Sostiene un espacio en el que el sujeto, poco a poco, puede encontrarse con algo de sí que no sabía que sabía.
Tampoco se dan tareas para casa. En análisis no se manda al sujeto a hacer listas de pensamientos positivos, ejercicios de autoafirmación o registros de emociones. La apuesta no está en corregir la conducta ni en entrenar la mente, sino en hacer posible que algo se diga. Que la palabra circule sin consigna previa. Porque lo importante no es “pensar diferente”, sino entender desde dónde se repite lo que duele, lo que falta o lo que no encaja.
En este momento histórico, muchos psicoanalistas optan por estudiar psicología para integrarse en los marcos oficiales de la salud mental. Es una decisión válida, pero no obligatoria. El psicoanálisis no forma parte del sistema sanitario tal como lo organiza el Estado, y no necesita hacerlo para ejercer legítimamente.
El psicoanálisis no es una especialidad de la psicología. Es otra práctica, con su propia historia, su lenguaje y su ética. No está regulado por el aparato sanitario porque su lógica no es la de la intervención clínica médica, ni la de la corrección de síntomas.
No se trata de adaptarse a un molde legal para “validar” el psicoanálisis, sino de sostener el lugar singular que ocupa: un lugar no regulado pero plenamente legítimo, donde el sujeto puede hablar desde lo más propio, sin ser clasificado, interpretado ni diagnosticado.
Si estás buscando una escucha que no juzgue, que no diagnostique, que no intente cambiarte ni tranquilizarte, el psicoanálisis tal vez sea eso que no sabías que estabas buscando.
Atiendo en consulta privada en Barcelona. Si algo de esto resuena contigo, puedes escribirme.