LA FALTA COMO ESTRUCTURA DEL SUJETO

En el Seminario X: La angustia (1962-63), Jacques Lacan se detiene en un punto central de su enseñanza: la falta irreductible al significante.
El sujeto del psicoanálisis no es un yo completo ni coherente, sino un sujeto en falta, constituido por su entrada en el lenguaje. Desde el momento en que el significante lo representa, algo se pierde: una parte de su ser queda fuera de toda representación.

Lacan nombra esa falta estructural con el signo menos phi (–φ), y el resto que resulta de esa pérdida es el objeto a: aquello que causa el deseo. El objeto a no es un objeto real ni una parte del cuerpo, sino un resto —una causa de deseo— que surge precisamente porque algo del sujeto se pierde en la operación significante.


Angustia y objeto a

Lacan sostiene que la angustia no es sin objeto. A diferencia de otros afectos, la angustia aparece cuando el sujeto se confronta con el objeto a, cuando se corre el velo de la falta.
El objeto a no está cubierto ni por el significante ni por la imagen del yo; es lo que retorna en lo real. Por eso la angustia no miente: indica la cercanía de aquello que causa el deseo.


Alienación, separación y la falta del Otro

Para dar cuenta de cómo se constituye el sujeto, Lacan describe dos operaciones fundamentales: alienación y separación.

  • Alienación: el sujeto surge como efecto del significante del Otro, pero al mismo tiempo pierde algo de sí.
  • Separación: el sujeto se distancia del Otro y advierte que el deseo del Otro no es completo, que hay en él una falta.

Esta falta del Otro abre el campo del deseo. La madre no está siempre presente, hay encuentros y ausencias, y es en esa discontinuidad donde se introduce la posibilidad del deseo. Así, el sujeto se constituye entre la dependencia al Otro y la pérdida que esa relación implica.


El yo y la ilusión imaginaria

El yo (moi) pertenece al registro de lo imaginario: es la imagen de unidad que el sujeto capta en el estadio del espejo. Esa imagen le da una ilusión de completud, pero oculta su división.
Mientras el psicoanálisis lacaniano se orienta hacia la verdad del sujeto dividido, las terapias centradas en el refuerzo del yo tienden a consolidar esa ilusión imaginaria.
Lacan insiste en que cuanto más fuerte es el yo, más alejado está el sujeto de su verdad, que reside precisamente en su falta.


Del duelo a la teoría del amor

En este capítulo, Lacan retoma un caso de Margaret Little para repensar la noción freudiana de duelo.
El duelo no se limita a la pérdida de un objeto amado, sino que implica la pérdida del lugar desde donde el sujeto se sostenía en relación con el deseo del Otro.
Este giro permite pensar el amor desde una lógica diferente: amar es ofrecer al otro lo que no se tiene, es decir, reconocer la falta que nos constituye.


Conclusión

El capítulo X del Seminario de La angustia marca un punto de inflexión en la enseñanza de Lacan.
Aquí se enlazan falta, angustia y objeto a como ejes fundamentales de la subjetividad.
Lejos de ser una carencia a reparar, la falta es la condición del deseo, el lugar donde el sujeto se constituye y desde el cual puede amar, hablar y desear.


Lidia Ortiz, psicoanalista en Barcelona.
Si te interesa seguir explorando las nociones fundamentales del psicoanálisis lacaniano, puedes leer otros artículos en lidiaortizpsicoanalista.com

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