
En el tratamiento psicoanalítico no se trata solo de recordar para poder poner palabras a los síntomas, al malestar, a la angustia, a las inhibiciones y sufrimientos, a la imposibilidad de poder actuar o dejar de repetir. Se trata también de hallar el modo de liberarse de recuerdos que impiden olvidar. Los recuerdos inconscientes, hechos que no han sido simbolizados, que no se han vertido en palabras, vuelven “como alma en pena”, decía Freud, encarnados en diversidad de síntomas, corporales o no, en los sueños, en los lapsus o actos fallidos, en la asociación libre, que sirven de recordatorios, aunque no los reconozcamos como nuestros.
Recuerdo una paciente que llegó a consulta lamentándose de tener «demasiada memoria». Cada noche, explicaba, revivía con dolorosa precisión cada momento desagradable de su día. «No puedo dejar ir nada», se quejaba. Su caso me hizo pensar en esa paradójica idea de Phillips: que los pacientes vienen a análisis no porque hayan olvidado demasiado, sino porque recuerdan de una manera que no les permite olvidar lo necesario.
El olvido en la obra freudiana
Freud nunca dejó de pensar sobre el olvido. Ya en sus primeros trabajos nos mostraba que hasta los olvidos más triviales tienen su propia lógica inconsciente. Como C., otro paciente que sistemáticamente olvidaba el nombre de su suegra, pero solo cuando tenía que presentarla a alguien. «Es como si desapareciera de mi mente», decía, mientras en sesiones posteriores emergía su ambivalencia hacia esta figura que él sentía que interfería constantemente en su matrimonio.
La represión, nos dice Freud, requiere trabajo – es algo que hacemos de forma activa, no algo que simplemente sucede. A. ilustra muy bien esto: durante años había «olvidado» un episodio traumático de su adolescencia. Sin embargo, la cantidad de energía que invertía en evitar ciertos lugares, temas y situaciones que podrían recordárselo era asombrosa. El olvido, en su caso, era un trabajo a tiempo completo. (Si quieres saber más, te invito a visitar mi consulta de psicoanálisis en Barcelona)
La compulsión a la repetición
En «Recordar, repetir y reelaborar», Freud nos ofrece su visión más sofisticada. Lo que no podemos recordar, estamos condenados a repetirlo. Pienso en M., que llegó a consulta por sus constantes conflictos con figuras de autoridad. Solo después de meses de análisis pudimos ver cómo repetía, una y otra vez, la relación conflictiva con su padre, que había «olvidado» activamente.
Los tipos de olvido según Adam Phillips
Adam Phillips, psicoanalista galés, sugiere diferentes tipos de olvido: para ello se sirve de la expresión «escupir» versus «digerir». Esta distinción me recuerda a dos hermanos de una novela de John Ford, Canadá. Al principio de la historia, ellos son adolescentes, sus padres comenten un atraco y son encarcelados. Uno de ellos es enviado con un tío a Canadá, y la hermana, debe ir a casa de una tía a un lugar de Norteamérica. El chico es capaz de elaborar esa pérdida y aceptarla, se adapta a su nueva vida y puede “digerir” el abandono. La hermana, sin embargo, intenta escupir lo ocurrido odiando a sus padres y negándose a volver a mencionarlos, no es capaz de integrar el trauma y avanzar.
El uso de la atención flotante como olvido creativo
En la práctica clínica, la atención flotante es la manera que tenemos de olvidar toda la teoría para poder ver al paciente en su singularidad y encontrar las formas de ayudarle. Con cada paciente intento mentalmente abrir una página en blanco para escribir un nuevo texto. Por supuesto, de fondo están los autores leídos, la teoría interiorizada, lo aprendido en la clínica, pero en esos momentos de escucha solo estoy escuchando como si fuera la primera vez que alguien me consulta. Es un modo de “olvido” que permite no encasillar al paciente en la misma serie de otros pacientes “parecidos”, y a la vez abre la puerta a la creatividad.
El síntoma como memoria
Los síntomas mismos pueden verse como una forma de memoria atascada. P. venía por ataques de pánico que aparecían en espacios cerrados. Solo cuando pudimos entender que estos ataques «recordaban» un encierro infantil que él había «olvidado», el síntoma empezó a transformarse. No se trataba tanto de recuperar el recuerdo con todos sus detalles, sino de permitir que esa experiencia se transformara en algo diferente.
En la clínica
1. El objetivo terapéutico se desplaza de «recordar todo» a establecer una nueva relación con la memoria y el olvido.
2. La atención flotante del analista se entiende como una forma activa de olvido productivo.
3. Los síntomas se conciben como «una mnemotécnica del deseo», una forma de memoria que requiere transformación más que simple recuperación.
Citas de Phillips
«Las personas se someten a un tratamiento psicoanalítico porque recuerdan de un modo que no les permite liberarse para olvidar.»
Aquí Phillips invierte una idea central del psicoanálisis clásico. Ya no se trata simplemente de recordar lo olvidado, sino de lograr una nueva relación con la memoria que permita olvidar de manera saludable.
«Los síntomas son una mnemotécnica del deseo, una forma involuntaria y disfrazada de memoria.»
Esta formulación nos muestra cómo el síntoma es una forma de memoria que opera fuera de la consciencia. El paciente «recuerda» a través del síntoma lo que no puede recordar conscientemente.
«La represión y todos los mecanismos de defensa que describió Freud son modos de retener las cosas por el procedimiento de librarnos de ellas.»
Esta cita está expresando una paradoja sobre el olvido según la teoría psicoanalítica: lo reprimido no desaparece, sino que se conserva precisamente a través del intento de eliminarlo.
«Puede olvidarse dentro u olvidarse fuera. Sin embargo, podemos preguntarnos si olvidar se parece a comer algo o se parece a escupirlo.»
Phillips utiliza la metáfora freudiana de la digestión versus la expulsión para mostrar que hay diferentes tipos de olvido: uno que metaboliza la experiencia y otro que intenta deshacerse de ella completamente.
«Para Freud, el objetivo del análisis no era recordar, sino establecer suficientes estados de olvido.»
Esta idea me parece muy provocadora y original. Sugiere que el éxito del análisis no está en recuperar todos los recuerdos, sino en lograr una nueva forma de olvidar.
«El analista debe simplemente escuchar al paciente sin preocuparse de si retiene o no sus palabras, ya que toda influencia consciente sobre su facultad retentiva probablemente desembocaría en un fracaso.»
La técnica analítica misma está basada en una forma particular de olvido: la atención flotante requiere que el analista «olvide» activamente para poder escuchar de verdad.
«Si el trauma es, por definición, lo que no puede experimentarse a menos que se recuerde, la repetición constituye la prueba de que no se está dispuesto a olvidar o de que no se es capaz de olvidar.»
Esta observación nos ayuda a entender la compulsión a la repetición como un fracaso en el proceso de olvidar, no de recordar.
Algunos preguntas frecuentes sobre el olvido en psicoanálisis
1. ¿Todo olvido es una represión?
No necesariamente. Freud distinguía entre diferentes tipos de olvido. Mientras que la represión es un mecanismo de defensa específico, hay olvidos cotidianos que pueden responder a otras dinámicas psíquicas. Por ejemplo, una paciente olvidaba sistemáticamente las fechas de sus sesiones no por represión, sino como una forma de resistencia al tratamiento.
2. ¿El objetivo del análisis es recordarlo todo?
Esta es quizás una de las concepciones erróneas más comunes. Como nos muestra Phillips, el objetivo no es tanto recordarlo todo sino desarrollar una relación más saludable con nuestros recuerdos y olvidos. Una paciente que recordaba «demasiado sus traumas, necesitaba, paradójicamente, aprender a olvidar de manera más productiva.
3. ¿Cómo se distingue un olvido «normal» de uno patológico?
Tipos de olvido en la práctica clínica
La clave está en la función que cumple el olvido y su impacto en la vida del sujeto. Un olvido se vuelve problemático cuando genera síntomas o interfiere con el funcionamiento cotidiano. Un paciente podía olvidar detalles de su infancia sin mayor conflicto, pero el continuo olvido de sus compromisos laborales estaba afectando seriamente su vida.
1. El olvido como evitación
Un hombre joven llegó a consulta porque sufría de ansiedad. Tras varias sesiones me contó que había «olvidado» completamente un período de su adolescencia. Este olvido funcionaba como una forma de evitar que esas vivencias traumáticas paralizaran su día a día. Su ansiedad disminuyó cuando pudimos trabajar no en recuperar todos los recuerdos, sino en desarrollar una forma más flexible de relacionarse con aquellos acontecimientos de su pasado.
2. El olvido como resistencia
E. olvidaba sistemáticamente traer el dinero para el pago de sus sesiones. Al explorar este «olvido», emergió su ambivalencia hacia el tratamiento y sus dificultades para valorar el cuidado que recibía. El olvido funcionaba aquí como una resistencia que necesitaba ser elaborada.
3. El olvido como síntoma
J. presentaba olvidos selectivos de todo lo relacionado con su expareja. No podía recordar fechas, lugares ni conversaciones específicas. Este olvido funcionaba como un síntoma que expresaba su dificultad para elaborar el duelo por la separación, y su negativa a aceptar que se había acabado.
4. El olvido productivo
A., durante su análisis, fue capaz de desarrollar lo que podríamos llamar un «olvido productivo». Mientras al principio estaba obsesionada con recordar cada detalle de sus traumas infantiles, gradualmente desarrolló la capacidad de dejar ir ciertos recuerdos sin que esto generara ansiedad.
5. El olvido como parte del proceso analítico
Al principio C. quería recordar «todo» sobre su infancia. A medida que avanzó el análisis, comprendió que algunos olvidos eran necesarios para su bienestar psíquico. Como ella misma dijo: «Aprendí que no necesito recordarlo todo para estar bien».
Estas manifestaciones del olvido en la clínica nos muestran que, lejos de ser un fenómeno unitario, el olvido puede tomar múltiples formas y cumplir diversas funciones en la economía psíquica. La tarea del análisis no es tanto eliminar el olvido sino ayudar al paciente a desarrollar formas más saludables de olvidar y recordar.
Para terminar
En el fondo, lo que Adam Phillips nos ayuda a ver en Freud es que el objetivo del análisis podría no ser tanto recordarlo todo, sino desarrollar una relación más flexible con nuestra memoria. Como le dije una vez a L., la paciente del principio: «Quizás no se trata de recordar más, sino de aprender a olvidar mejor».
Biblio
Freud, S. (1901). “Psicopatología de la vida cotidiana”, en Obras Completas.
Freud, S. (1914). “Recordar, repetir y reelaborar”, en O. C.
Freud, S. (1915). “La represión”, en O. C.
Phillips, A. (1988). «Freud y los usos del olvido», en Flirtear. Psicoanálisis, vida y literatura.